Vuelo, y me paseo por tu cielo cubierto de nubes color esperanza. Qué precioso paisaje. Me convierto en artista y dibujo pájaros rosas comiéndose a elefantes amarillos. Canto canciones al ritmo de las palmas que se marcan tus pies. Salto a la comba dando volteretas. Hago juegos de magia sin truco, y meto mis palabras en la chistera. Cuento chistes absurdos que al mismo tiempo provocan miles de risas. Y de sonrisas. Lloro, aun estando feliz. Me meto en armarios que llevan a Narnia. Oh, Narnia. Abro cajones cerrados con llave echando por encima polvos mágicos. Cojo una varita y te convierto en sapo. O en rana. Mientras me beses, cualquier cosa está bien.
Atrapo corazones con telas de araña y cazo mariposas con redes sociales. Me como el mundo con cuchillo y tenedor, cortándolo por la mitad cual albóndiga con tomate. Encuentro cosas que mi madre es incapaz de encontrar, y sobretodo, encuentro absolutamente todo lo que busco.
Lo único que soy incapaz de hacer, es soñar eternamente. Me despierto, despacio. Y a los diez minutos ya se me ha olvidado lo soñado. Abro la nevera, cojo un zumo y voy rumbo a clase. Otro día más”.
— Xevi Romero