martes, 29 de septiembre de 2015

“Lo sueños están para diseñarlos”

“Suelo perderme en mis sueños. Es maravilloso. Me pierdo en un mundo que ni siquiera existe y me desentiendo de la vida. Qué sensación. Qué gran sensación. Tiendo a imaginar hechos que en la vida real serían imposibles. Pienso y hago barbaridades increíbles.
Vuelo, y me paseo por tu cielo cubierto de nubes color esperanza. Qué precioso paisaje. Me convierto en artista y dibujo pájaros rosas comiéndose a elefantes amarillos. Canto canciones al ritmo de las palmas que se marcan tus pies. Salto a la comba dando volteretas. Hago juegos de magia sin truco, y meto mis palabras en la chistera. Cuento chistes absurdos que al mismo tiempo provocan miles de risas. Y de sonrisas. Lloro, aun estando feliz. Me meto en armarios que llevan a Narnia. Oh, Narnia. Abro cajones cerrados con llave echando por encima polvos mágicos. Cojo una varita y te convierto en sapo. O en rana. Mientras me beses, cualquier cosa está bien.
Atrapo corazones con telas de araña y cazo mariposas con redes sociales. Me como el mundo con cuchillo y tenedor, cortándolo por la mitad cual albóndiga con tomate. Encuentro cosas que mi madre es incapaz de encontrar, y sobretodo, encuentro absolutamente todo lo que busco.
Lo único que soy incapaz de hacer, es soñar eternamente. Me despierto, despacio. Y a los diez minutos ya se me ha olvidado lo soñado. Abro la nevera, cojo un zumo y voy rumbo a clase. Otro día más”.

— Xevi Romero

“Te acepté”

“Te acepté sencilla, presumida, bonita. Sin darme cuenta, acepté que invadieras mi espacio, que jugases con mis dedos. Esos dedos los cuales siempre me repites que son mucho más grandes que los tuyos. Que me toques el pelo, que me dejes tus cosas, que pongas esos morritos tan seductores cuando nos vamos a sacar una foto. Y es que aunque no lo creas, no necesitas un espejo para ponerte guapa. Me enamora el hecho de que uses tus dedos para peinarte y que confíes en mí cuando te digo que realmente estás preciosa, aunque ya sepas que para mí, siempre lo estás. Me siento lleno de vida cuando me abrazas por la espalda y pones tus pequeñas manos en mi pecho, como si fueras a robarme el corazón una y otra vez. Realmente, ahora sé que las 7 vidas de un gato se quedan cortas si hablamos de que yo muero de amor por ti una infinidad de veces. Acepté que se marchite una rosa de las 46 que viven en mi jardín por cada vez que te vas, y que florezca una incluso más bonita que la anterior por cada vez que vuelves. Que la vida a veces me sonría y que a veces sin venir a cuento, intente matarme de desamor. Te acepté a ti, acepté tu vida y acepté tu forma de ser. Acepté tus descuidos y tus rabietas de niña tonta. Te acepté sin más, echándote de menos cada vez que partías. Hiciste tuyas mis ganas de sentirte cerca, de darte un abrazo. Ese abrazo que terminó con un beso y un mordisco en tu moflete derecho. Y es que la mayoría de las veces, las despedidas son amargas. No quería que te marcharas. Deseaba poder seguir abrazándote toda la noche en aquella playa cercana. Que la Luna nos mirase cual dos tontos enamorados. Quizás, en ese momento me hubiese atrevido a confesarte mis sentimientos. O quizás no. Así de irónica es la vida... Y así de cobarde hubiese sido yo una vez más”

— Xevi Romero

“Fuiste mi primer no amor a primera vista”

“Fuiste mi primer no amor a primera vista. Así es. Todos los días coincidíamos en la misma calle, a la misma hora. Eras una chica normal a mis ojos, con el pelo largo y moreno, ojos color miel y con esa manera de caminar tan peculiar que acabó hipnotizándome. Fuiste la brisa que se creaba entre nosotros dos cuando sin mirarnos, pasábamos de largo. Pasábamos el uno del otro y se acabaron pasando los días. Créeme si te digo que en estos momentos, te daría mi vida sin necesidad de pensarlo, pero deja que siga contando. Eras mis 30 segundos favoritos del día. Eras fría y cálida al mismo tiempo, y a veces impuntual. Me gustaba encontrarme cada día contigo en el mismo sitio. En nuestro sitio. Tanto, que acabé enamorándome del lugar. Acabé enamorándome de su turista y de cada parte de su cuerpo. Y es que era bonita hasta tu manera tropezarte siempre con el mismo escalón de la acera. Seguramente él también se acabó enamorando de esa chica tan torpe que siempre le acababa despertando. Seguían pasando los días y en cada uno de ellos, me enamorabas de mil maneras distintas. Pero la vida a veces es traicionera. La vida decidió no ponerte más en mi camino cuando un día, a la misma hora de siempre, moriste atropellada frente a mis ojos. La chica de la que poco a poco me había ido enamorando, había sido atropellada delante de mis narices. Llamé a una ambulancia lo más rápido que pude, aun sabiendo que era demasiado tarde. No podía parar de llorar. Te cogí la mano. La mano que nunca me atreví a cogerte cuando nos cruzábamos cada mañana. Por fin pude comprender mis sentimientos de una vez por todas, pero estaba demasiado nervioso. No podía asimilar el hecho de que ya no iba a cruzarme nunca más con tu ser. Empezó a llover de repente. Estoy seguro de que esas gotas que caían del cielo, eran tus lágrimas. Lo supe en el momento en el que una de ellas, rozó mi fría y tamblorosa piel. Lágrimas de frustración. Por un momento, el tiempo se detuvo. Las gotas se pararon en seco y el mundo calló por completo. Tal vez, estava tan nervioso que empecé a imaginarme cosas. Lo único que sé, es que la voz que escuché segundos después de que esa tragedia pasara, fue la tuya:

+No llores. Te esperaré cada día, en el lugar de siempre”.

— Xevi Romero

lunes, 28 de septiembre de 2015

“Una historia fugaz”

Lunes, 2 de Noviembre.

Te escribo para decirte que si lo nuestro fue, no lo vi pasar. Mis ojos no estaban preparados para ver pasar una historia tan fugaz como fue la nuestra. Que cuando tú ibas, yo venía. Y que cuando yo volvía, tú te marchabas. Te marchabas y me llamabas cuando te apetecía. Y si a ti te apetecía, a mí  el doble. O el triple. El caso es que yo siempre le puse más amor que tú. Yo siempre le ponía un poquito más de todo a nuestro supuesto amor, y tú me ponías cada vez más. Me ponías y me quitabas la ropa al ritmo de la música que sonaba de fondo. La música de los anuncios de aquella película de terror que tú y yo estábamos viendo. Y es que siempre las dejábamos a medias. Era imposible para nosotros terminar de ver una película entera. Nos saltábamos las partes más interesantes, mientras que yo asaltaba cada parte de tu imperfecto cuerpo. Porque nada es perfecto, excepto tus imperfecciones. Todas y cada una de ellas te hacían perfecta.

Te marchaste y volviste a llamarme un 9 de Enero. Soy malo para recordar las fechas importantes, pero de las nuestras me es imposible olvidarme. Quizás porque resulta que a fin de cuentas, no lo eran tanto. Yo ponía las ganas mientras que tú le ponías interés. Me querías para pasar el rato y yo te quería para toda una vida. Al final te saliste con la tuya y yo me salí de tu vida. Los dos salimos por patas de una historia que pasó fugazmente por delante de nuestras narices. Lo más extraño de todo es que aún me pregunto si lo nuestro, fue o no fue. Si fuimos o vinimos. De lo que me di cuenta, es de que no reaccioné a tiempo para pedir un deseo al ver nuestra historia pasar. Y no voy a arrepentirme. No voy a lamentarme por algo a lo que no le diste la suficiente importancia. Lo estoy olvidando y por eso mismo te lo estoy escribiendo. Voy a darle al botón de restaurar mi vida y así los pedazos de mi corazón volverán a estar unidos. Unidos, como tú y yo no estuvimos. Lo que tú y yo, no fuimos”.

— Xevi Romero

“Quería contarte que...”

“Soy un chico algo tímido. Algo nervioso. Nervioso en el buen sentido de la palabra. Y también quizás en el mal sentido. Soy muy vergonzoso, pero si te cojo confianza, ya puedes prepararte. Me enamora cantar. Me gusta enamorar cantando. Muy amigo de mis amigos y también algo inocente. Voy a creerme todo lo que puedas llegar a decirme. Si somos amigos, ¿por qué no debería hacerlo? Aunque si me mientes, la culpa es completamente tuya. Yo solo hice lo que todo amigo debería hacer. Soy muy fan de Antonio Orozco. Muy de mucho. Le quiero tanto o más que a mi vida. También me gusta el Anime. Ver Anime es algo fantástico. Parece mentira que unos 'simples dibujos animados' puedan llegar a hacerte reflexionar tanto. Espero seguir con vida para cuando Luffy encuentre el One Piece. 

Y sin más, así somos mis gustos y yo. Pero ya lo iréis viendo. Ya me iré enseñando, amigos. Y mostrando. 

Nos vemos”.

— Xevi Romero