“Fuiste mi primer no amor a primera vista. Así es. Todos los días coincidíamos en la misma calle, a la misma hora. Eras una chica normal a mis ojos, con el pelo largo y moreno, ojos color miel y con esa manera de caminar tan peculiar que acabó hipnotizándome. Fuiste la brisa que se creaba entre nosotros dos cuando sin mirarnos, pasábamos de largo. Pasábamos el uno del otro y se acabaron pasando los días. Créeme si te digo que en estos momentos, te daría mi vida sin necesidad de pensarlo, pero deja que siga contando. Eras mis 30 segundos favoritos del día. Eras fría y cálida al mismo tiempo, y a veces impuntual. Me gustaba encontrarme cada día contigo en el mismo sitio. En nuestro sitio. Tanto, que acabé enamorándome del lugar. Acabé enamorándome de su turista y de cada parte de su cuerpo. Y es que era bonita hasta tu manera tropezarte siempre con el mismo escalón de la acera. Seguramente él también se acabó enamorando de esa chica tan torpe que siempre le acababa despertando. Seguían pasando los días y en cada uno de ellos, me enamorabas de mil maneras distintas. Pero la vida a veces es traicionera. La vida decidió no ponerte más en mi camino cuando un día, a la misma hora de siempre, moriste atropellada frente a mis ojos. La chica de la que poco a poco me había ido enamorando, había sido atropellada delante de mis narices. Llamé a una ambulancia lo más rápido que pude, aun sabiendo que era demasiado tarde. No podía parar de llorar. Te cogí la mano. La mano que nunca me atreví a cogerte cuando nos cruzábamos cada mañana. Por fin pude comprender mis sentimientos de una vez por todas, pero estaba demasiado nervioso. No podía asimilar el hecho de que ya no iba a cruzarme nunca más con tu ser. Empezó a llover de repente. Estoy seguro de que esas gotas que caían del cielo, eran tus lágrimas. Lo supe en el momento en el que una de ellas, rozó mi fría y tamblorosa piel. Lágrimas de frustración. Por un momento, el tiempo se detuvo. Las gotas se pararon en seco y el mundo calló por completo. Tal vez, estava tan nervioso que empecé a imaginarme cosas. Lo único que sé, es que la voz que escuché segundos después de que esa tragedia pasara, fue la tuya:
+No llores. Te esperaré cada día, en el lugar de siempre”.
— Xevi Romero
No hay comentarios:
Publicar un comentario